sábado, 30 de diciembre de 2017

Hatshepsut, la Reina que se convirtió en Rey

Hatshepsut (1473-1458 a.C.) fue una de las pocas mujeres que reinó con plenos poderes en el Antiguo Egipto. El origen de este poder procedía de la minoría de edad de su hijastro y sobrino, Tutmosis III (1479-1425), que en el momento de ser coronado tras la muerte de su padre, el faraón Tutmosis II (1492-1479), aun era un niño muy pequeño.

Aunque durante los primeros años ejerció únicamente como reina regente, en torno al año 1473 a.C. se proclamó reina faraón de Egipto con el nombre de Maatkare. Para legitimar su reinado y la presencia de una mujer en el trono, Hatshepsut hizo hincapié en su linaje divino y terrenal, manifestando que era hija tanto del dios Amón como del faraón Tutmosis I.

La Reina Hatshepsut

Tradicionalmente, en el Antiguo Egipto los faraones debían ser hombres que debían reinar con el estrecho apoyo de las mujeres que ocuparan el cargo de reinas, ya que juntos formaban una pareja que representaba el mantenimiento del orden y el equilibrio del universo en todos los ritos celebrados. Por este motivo, Hatshepsut en su reinado no pudo nunca casarse, para que así un hombre no tuviera que hacer las funciones simbólicas del rol femenino en los ritos.

A nivel artístico, la transformación de Hatshepsut desde su posición inicial de esposa de Tutmosis II hasta la de regente y finalmente la de reina faraón no fue nada sencilla para los artistas de la corte, puesto que tenían que justificar porque una mujer estaba ostentando un puesto que siempre había sido ocupado por hombres.

A medida que fue aumentando su poder, su imagen pasó de ser la de una mujer con títulos masculinos a un hombre sin ningún atisbo de rasgos femeninos, mostrando su control absoluto sobre los recursos del Estado. Aun así, en todo momento actúo con gran deferencia hacia aquel cuyo trono estaba guardando, pues en todos los monumentos siempre aparece acompañada de la figura real de Tutmosis III.

El simple hecho de ser una mujer no paró a Hatshepsut a la hora de llevar a cabo un ambicioso programa constructivo que superó al de muchos de sus predecesores y que incluyó Hieracómpolis, Armant, Elefantina, Nubia, Menfis, Tebas…

Precisamente, una de las principales fuentes de conocimiento del reinado de Hatshepsut es su templo funerario de Deir el-Bahari (conocido en su época como djeser djeseru, “sagrado de sagrados”), uno de los más famosos de todo el antiguo Egipto, tanto por su buen estado de conservación como por su gran riqueza material.


Columnas Osiríacas de Hatsepsut en su Templo funerario en Deir el Bahari

Uno de los consejeros más cercanos a Hatshepsut, de quien se dice que podría ser su amante y padre de Neferure, era un hombre del pueblo llano que se introdujo en la política de la corte de los faraones, de nombre Senenmut. Accedió por primera vez a la corte de Hatshepsut durante el reinado de Tutmosis II, y se convirtió en tutor de su única hija. La estrecha relación de Senenmut con Neferure queda patente por las diez estatuas que encargó en las que aparece con ella. En varias se le puede observar con la niña en su regazo, o sentado detrás de ella a modo de guardián, destacando su cercanía a la familia real y la gran confianza que se depositaba en él. En cierta inscripción Senenmut se declara a sí mismo “un dignatario amado de su señor…quien me revistió de nobleza ante las Dos Tierras e hizo de mí el portavoz principal de su estado y juez del país entero.”

Estatua de Senenmut abrazando a Neferure


Senenmut ocupaba asimismo una elevada posición en el Templo de Amón, la institución religiosa más importante de su época, administrando sus vastos recursos. También supervisó la construcción de los obeliscos de Hatshepsut en Karnak, y probablemente ocupara asimismo algún cargo de responsabilidad en la construcción del complejo funerario de Hatshepsut situado en Deir el-Bahri; cierto monumento expuesto en la actualidad en el Museo Británico se refiere a Senenmut como “Supervisor de Todas las Obras del Rey.”

Quizás el dato más revelador de su estrecha relación con Hatshepsut sea el hecho de que su nombre aparece grabado en Djeser-Djeseru, el templo funerario de Hatshepsut… y en que una de sus dos tumbas fuera construida en Deir el-Bahri. En un antiguo graffiti hallado en Asuán, donde Senenmut supervisaba la extracción de granito, ambos aparecen retratados cara a cara. Parece ser que Senenmut deseaba permanecer cerca de su señora por siempre, incluso en el más allá

Se suele considerar que el reinado de Hatshepsut, en contraposición con el futuro reinado de Tutmosis III, es relativamente pacífico, puesto que no hay ninguna fuente que hable de una gran expedición militar a Nubia o a la franja siropalestina.

Por un lado, hubo algunas pequeñas incursiones militares en Nubia para ocuparse de alzamientos locales, pero el sistema del virreinato que funcionaba por entonces siguió funcionando con total normalidad. Los hombres que ejercían de virrey no solo gobernaban Nubia en nombre del soberano egipcio, sino que supervisaban los proyectos de construcción y la entrega de los productos que Egipto explotaba en la región.

Por otro lado, el contacto con la costa de Siria y Palestina nunca se interrumpió, y los egipcios siempre estuvieron allí por su interés en la importancia del tráfico comercial de la zona, centro del comercio entre las civilizaciones mediterráneas y próximo orientales.

Sin duda, el logro en política exterior del que la reina faraón Hatshepsut más se sintió orgullosa fue la exitosa expedición comercial al país de Punt, que en la actualidad se calcula que estaría en torno a las tierras de Eritrea y las costas de Yemen. Este viaje fue promocionado en Egipto como un importantísimo acontecimiento diplomático, y así fue reflejado en los relieves que decoran el pórtico sur de la segunda terraza del templo de Deir el-Bahari.

En la actualidad todavía no está aclarado como pudo ser realmente esta expedición al Punt, pero es seguro que después de ella se inauguró una red comercial que llegaba a Egipto a través de Nubia. Esta red nutría a los templos egipcios de productos exóticos como el oro, las pieles de leopardo, los colmillos de marfil, o los árboles de incienso.

La reina faraón Hatshepsut desapareció abruptamente de todas las fuentes de conocimiento en el año 1458/1457 a.C. Parece ser que murió en el palacio de Tebas después de veintidós años de gobierno, calculándose que vivió unos cincuenta años, dejando el trono en solitario para Tutmosis III. Fue enterrada en una tumba en el Valle de los Reyes justo a espaldas de su templo de Deir el-Bahari y dotada de dos sarcófagos, uno para su padre y otro para ella, aunque su momia no se encontró allí, sino en la tumba de su nodriza.

Tutmosis I. Pintura del Templo de Deir-el-Bahari


Su tumba fue descubierta por el arqueólogo Howard Carter en la primavera de 1903, junto con su nodriza Sita. Los recientes análisis de su momia han permitido saber que padecía una avanzada osteoporosis en las caderas, diabetes, artritis, sobrepeso, cáncer y tenía absceso séptico en su boca lo que puede estar en el origen de su fallecimiento.

Uno de los aspectos más curiosos del final de su reinado reside en el ataque que sus construcciones sufrieron muchos años después de su muerte. Fue eliminada de todos los registros y de la lista de reyes. Sus estatuas fueron destruidas y enterradas en la arena del desierto. Su imagen fue borrada de todos los templos. Las estatuas que presiden su templo están todas decapitadas. Posiblemente sea el deseo de rescribir la historia, prescindiendo de la figura de Hatshepsut, primera mujer faraón de Egipto. Estos actos, que buscaban dañar su memoria histórica, tuvieron éxito, ya que Hatshepsut fue totalmente olvidada por los egipcios y por los historiadores hasta su redescubrimiento a finales del siglo XIX.

Podemos decir que, Hatshepsut fue una gran gobernanta durante su reinado. Egipto alcanzó su máximo esplendor poniendo las bases para el gran reinado de Tutmosis III.




Hatshepsut, la gran reina de Egipto

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